Junto a la basílica, el antiguo balcón colgante de madera del ayuntamiento.
Junto a la plaza de Candelaria, el parque.
Con la llegada de las nuevas tecnologías: tablets, smartphones y otros aparatos portables y orientados al ocio, los juegos activos han quedado en un segundo plano, y los toboganes, columpios y balancines de los parques en los que antes los niños hacían cola para subirse, casi olvidados, empiezan a parecer piezas de museo.
Siempre es un placer poder dar un paseo por el caso viejo de Candelaria. La distribución de las casas, surcadas por callejones adoquinados y calles estrechas, ponen en evidencia que no fueron creadas pensando en el paso por ellas de los vehículos modernos que circulan hoy día por nuestras carreteras. Algunas casas viejas, con tejados viejos y gruesas paredes construidas con piedra y barro, aún le confieren al casco antiguo cierto aire de pueblo típico canario.
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